Cambre's House of Culture

El espacio donde se inserta el edificio no se altera sustancialmente con respecto al estado inicial. La constelación de objetos que define el entramado espacial del entorno es débil, dado que no existen campos de fuerzas importantes. Únicamente se podrían citar cuatro elementos como fundamentales:
- La carretera. Define un movimiento en la percepción del edificio con una visión lateral. La trama urbana se apoya en ella, pero únicamente en los accesos a las diferentes parcelas.
- La pendiente del terreno. Se abre hacia las vistas del valle. Orientación que hace que la primera percepción del edificio sea siempre frontal y desde un punto de vista bajo.
- La edificación cercana. Dispersa. Viviendas unifamiliares en parcelas privadas, atomizadas, sin ordenación que defina una alineación, u otra limitación espacial. El edificio se inserta dentro de una masa de edificaciones de baja densidad, poca altura y cuya desordenación no establece reglas en el entramado espacial.
- La masa arbórea. Todos los árboles que existen en el entorno inmediato ayudan a la negación del orden.
La verticalidad proporciona a los edificios una imagen visual como monumento, reforzando jerarquía, aislamiento y competición, todo ello se evita en este proyecto, fomentando la horizontalidad. Cualidad que favorece la interacción física entre hombre y edificio. Existen acentos visuales que la propia forma del edificio refuerza, como son los accesos al mismo. La adaptación al entorno se consigue gracias a las cubiertas que se apoyan en el terreno, utilizando materiales pétreos y sólidos.
La primera percepción de la complejidad de la volumetría debe realizarse, como así ocurre, desde un punto de vista alejado y bajo, pero para el total entendimiento espacial es necesario realizar toda la promenade arquitecturale tanto exterior como interior, ya que en ella se han reservado ciertos espacios que lo enriquecen.
Por otro lado, las formas de los tres volúmenes del edificio tienen la propiedad dinámica de continuar visualmente bajo el nivel de la rasante, es decir, que las proporciones y distribución de los pesos se presentan como incompletos porque se definen líneas que no son paralelas al terreno. No existe ningún elemento que delimite la volumetría del edificio en su penetración en la tierra y esto introduce una incertidumbre “positiva” para la percepción racional de los observadores, porque visualmente el edificio no está limitado, y es el observador el que acaba adaptándolo a su gusto. Esta forma de presentación proporciona una expresión al edificio que refleja la dinámica actividad cultural que se pretende.
El vacío exterior interviene de manera muy importante en el proyecto y es un espacio objeto de minucioso estudio en su escala, geometría y proporciones. En la visión del observador aparecen tres volúmenes, los primeros de los cuales emergen de tierra gracias a sus cubiertas inclinadas que nacen en el terreno. El edificio surge de la tierra, como si “quedasen al descubierto parcialmente un grupo de grandes rocas” o se “humanizase una ladera con unas terrazas”. Sus tamaños y masas pierden fuerza a medida que van desapareciendo en el terreno.
El punto de mayor tensión es en el que el volumen alcanza su mayor altura, y es aquí donde se producen los accesos al edificio. El primer acceso se encuentra en el primer volumen sobre un espacio cubierto, en sombra, diferenciándose así de los demás y configurándose como el acceso principal del edificio. El diseño exterior indica claramente al usuario dónde se ubica la entrada del edificio.
En cuanto a los diferentes volúmenes del edificio, las relaciones se establecen no sólo de manera continua y dinámica a través de rampas, sino que además el patio interviene como un elemento más de la relación de los elementos del edificio y del mismo con el exterior.